Los tepanecas en Azcapotzalco / Germán Andrade
Los tepanecas en Azcapotzalco
En el número 11 de la Revista de la Brigada El Rosario Oriente, fuimos siguiendo a los primeros chintololos que se asentaron en Azcapotzalco. Ahora continuaremos hablando de los que llegaron después y dejaron su huella.
Como veníamos comentando, aunque no sabemos quiénes eran estos primeros pobladores, ni su lengua o costumbres, a ellos les tocó la dicha de crear la agricultura y ligar el nombre de este lugar con la hormiga que trajo el maíz a los hombres, quien no era otro que el mismo dios Quetzalcóatl.
Posteriormente, alrededor del año 600 d.C., los chintololos eran parientes o eran cercanos a los habitantes de Teotihuacan, aspecto que se hizo patente en el corredor creado por los dos cauces del río de Los Remedios: amplia zona que iba del poblado de Santiago Ahuizotla a Nextengo y de San Juan Tlihuaca al actual centro de Azcapotzalco; en especial, en el montículo Coyotlatelco, en San Miguel Amantla.
No queda muy claro si los chintololos de esos momentos convivieron con Teotihuacan o salieron de allí para refugiarse en el valle de México, pues los restos encontrados en estas tierras son muy semejantes a los encontrados en la ciudad de Tula. Como haya sido, esto nos permite apreciar que Azcapotzalco era parte de un amplio complejo cultural y económico que se desarrolló en el periodo clásico y epiclásico, entre los años 600 y 900 d.C.
Sin embargo, hubo un periodo posterior, conocido como el posclásico que va del 1100 a 1430, en donde los tepanecas serán los principales actores en nuestra actual alcaldía. El significado del nombre de este pueblo significa la “gente de piedra” por su glifo, siendo una de las siete tribus que salieron de Chicomoztoc —xochimilcas, chalcas, acolhuas, tlahuicas, tlaxcaltecas y mexicas—, las cuales se fueron estableciendo mayormente alrededor de la cuenca de México.
Los tepanecas, al situarse en Azcapotzalco lograron dejar su huella en muchos aspectos, por ejemplo: construyeron una red de cuatro caminos principales que unieron al altépetl o centro de Azcapotzalco con los calpulli o barrios tepanecas y que a su vez, nos recuerda en su trazo la existencia de los cinco soles o eras (véase la Piedra del Sol), y la forma de la hormiga que trajo el maíz a los hombres.
Por cierto, caminos que siguen presentes, que son parte de nuestra vida diaria y que, además, fueron reproducidos en otras poblaciones, conservando la misma traza original, sólo alterada por los mexicas o aztecas.
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